Uno de los mayores expertos internacionales en seguridad del paciente y control de infecciones asegura convincentemente que no esterilizar la pieza de mano es una conducta de alto riesgo para la salud de nuestros pacientes y para nuestra carrera profesional.
Las autoridades sanitarias, las instituciones académicas y muchos dentistas han pasado por alto durante años algo inaudito: que la pieza de mano no se lavase antes de introducirse en la boca del siguiente paciente.
Lo cierto es que todo paciente debe ser atendido con instrumental estéril, ya que los instrumentos dentales contaminados exponen a los pacientes a peligrosos patógenos.
En las tres últimas décadas, se descubrió saliva y sangre en los mecanismos internos de las piezas de alta velocidad y baja velocidad y se propuso un nuevo estándar industrial para fabricar estos instrumentos con materiales que permiten su esterilización mediante vapor a presión.
Sin embargo, en muchos países los dentistas no cumplen con la esterilización obligatoria de la pieza de mano, algo necesario para el ejercicio una odontología segura.
Aunque las autoridades gubernamentales de salud publican y actualizan normas para la prevención y el control de las enfermedades bucales, no vigilan el cumplimiento de la normativa y permiten la comercialización de piezas de mano no esterilizables.
Muchos dentistas erróneamente argumentan que “no pasa nada” por no apegarse a las recomendaciones del control de infecciones. Pero, los análisis genómicos han documentado casos de pacientes afectados por la transmisión de hepatitis viral en clínicas dentales.
El paciente espera y merece ser atendido con instrumental estéril debidamente procesado: jamás nos otorgaría su consentimiento para ser atendido a sabiendas de que un instrumento contiene sangre y saliva de otros pacientes.