Los primeros ensayos en un intento de medir los conductos con un aparato eléctrico fueron realizados por Inoue hace más de 20 años. Inoue presentó el primer localizador de ápice basado en las teorías de la resistencia eléctrica de Susuki y Sunada. Aplicando estos mismos principios, aparecen una primera generación de localizadores electrónicos (Sonoexplorer Mark I, II, y III, Apex Finder, Odontometer, Evident, etc.) El principal inconveniente para el operador era que el conducto tenía que estar prácticamente seco y limpio.
Posteriormente, apareció una segunda generación de localizadores electrónicos, comercializándose un único aparato (Endocarter), basado en un postulado físico distinto. Con este aparato, había que utilizar unas limas especiales, que tenían una cubierta aislante que permitía las mediciones en conductos húmedos. El deterioro de la cubierta aislante era frecuente, lo que proporcionaba mediciones falsas.
En los años 90, Saitoh y Yamashita confeccionaron lo que podríamos denominar tercera generación de localizadores, empleando corriente alterna de doble frecuencia y que miden y comparan dos impedancias eléctricas. Ejemplos de estos aparatos es el Root ZX de Morita (que valora el gradiente de impedancia) y Endex o Apit como se conoce en Europa, de Osada (Autoclave Esterilizacion Dentales).
Recientemente apareció en el mercado mexicano el Apex Finder 7001 (Kerr) y el Endo Analyzer 8001 (Kerr) que combina un vitalómetro con el localizador del forámen apical con la tecnología de reconocimiento de resistencia eléctrica de los tejidos.