Existe una opción si no quieres gastar NADA, y es hacerte tu mismo el producto. Sin duda esta es la opción más económica, pero debemos advertir que los resultados no serán tan convincentes como podrían serlo con productos profesionales fabricados precisamente para este fin.
Método uno: para este primer método necesitaremos bicarbonato. Se trata de que a la hora de cepillarnos los dientes por la noche remojemos previamente el cepillo con agua y luego pongamos la pasta dentífrica y por encima un poco de bicarbonato de sodio. Una vez hecho, tendremos que cepillarnos los dientes como de costumbre pero intentado hacer movimientos circulares e intentando que la pasta llegue a todos los dientes de la boca.
Método dos: para esta segunda opción lo que necesitamos es una naranja. Primero la cogeremos y la tostaremos un poco hasta que quede carbonizada. Una vez esté así, deberemos molerla con un mortero y convertirla en polvos muy finos, como si fuera ceniza. El tercer paso será muy similar al del método primero: deberemos mezclar la pasta dental con el polvo resultante y cepillarnos los dientes procurando llegar a cada rincón. Es importante que luego no queden restos del polvo de carbón de naranja, por lo que si es necesario deberemos cepillarnos al final de todo solo con la pasta dentífrica por si acaso.
Método tres: en este último caso que os explicamos, en vez de una naranja usaremos un limón. Primero tendremos que buscar un bol que no sea de metal para hacer una mezcla de limón y sal fina. No estamos hablando del jugo, sino de la materia del limón en sí. De la mezcla surgirá una especie de pasta que será la que usaremos para cepillarnos los dientes (en este caso NO se mezcla con la pasta dental). Lo podemos hacer un máximo de tres veces por semana. El problema de esta opción es que el limón con la sal pueden dañar el esmalte y las encías.
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