El implante dental es una solución práctica y segura para recuperar los dientes perdidos. Sin embargo, este tipo de tratamientos debe desarrollarse siguiendo unas pautas y niveles de calidad imprescindibles para garantizar su éxito.
El desarrollo de los implantes dentales han sido el más importante avance en el ámbito de la odontología en los últimos años. Actualmente, las clínicas dentales ofrecemos este tipo de tratamientos de forma habitual. Sin embargo, la colocación de un implante dental requiere de un procedimiento quirúrgico complejo que es necesario desarrollar adecuadamente y con garantías.
En el momento de la colocación del propio implante dental hay que tener en cuenta otro factor como es la “osteointegración“. Este término hacer referencia a la capacidad del implante dental para “unirse” o “fusionarse” con el hueso en un proceso biológico posible gracias al material que recubre el implante dental de titanio. Para que la osteointegración se realice adecuadamente el implante ha de colocarse con una presión exacta. Si el proceso no se completa adecuadamente es necesario extraer la pieza implantada, regenerar el hueso e iniciar todo el proceso.
La colocación del implante dental en mala posición por inexperiencia, torcido, inclinado o mal puesto lleva a que se aparezcan lesiones crónicas o lesiones granulomatosas que se producen cuando las células del sistema inmunitario (fagocitos) son incapaces de destruir algunas bacterias y hongos, lo que provoca infecciones recurrentes.
El uso de implantes dentales de mala calidad, procedentes de China, así como las malas prácticas o el uso de material inadecuado están aumentando los riesgos y los fracasos en esta ámbito.